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York&Fig

En la Intersección de Cambio

By Lindsay Foster Thomas

1. “¡Gentrifiers!”

La palabra fue escrita, clara como el día, en pintura amarilla. El mensaje era un poco más nublado.

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Esa palabra estaba pintada en la puerta de Marketplace en un vecindario histórico de Los Ángeles llamado Highland Park. Desde el mes de agosto, el espacio ha sido ocupado por cuatro reporteras y productoras que trabajan en el mostrador de Riqueza y Pobreza del programa. El espacio pequeño está a unos pocos kilómetros de los estudios de Marketplace, en el centro de Los Ángeles, pero la oficina se abrió con el propósito de obtener una mejor vista del aburguesamiento en la comunidad en curso. Highland Park está cambiando muy rápido.

York Boulevard – una de dos calles comerciales en esta vecindad – ha sido como la zona cero para el aburguesamiento en Highland Park. Las tiendas vacías y las de descuento están siendo reemplazadas por donerías vegetarianas y estudios de yoga. Y más de lo mismo está ocurriendo en la calle Figueroa, la segunda calle comercial de Highland Park. Figueroa es donde se encuentra nuestra oficina. Nuestros vecinos – una tienda de tatuajes, peluquería de animales, una tienda de aparatos electrónicos, un salón de belleza – son residentes de mucho tiempo. Los que pintaron la palabra “Gentrifiers!” en nuestra puerta, no les dio importancia de hacer lo mismo en las puertas y ventanas de los negocios pequeños adyacentes.

Lo que está pasando en Highland Park, es ilustrativo de los cambios demográficos y económicos que están ocurriendo en ciudades a nivel nacional. La gente tiene “un enfoque obsesivo sobre quien está entrando y saliendo de las vecindades,” dice Elvin Wyly, un geógrafo en la Universidad de British Columbia. “Se convierte en una cuestión de quiénes son los que aburguesan? Son personas agradables? Tienen buenas intenciones? Y eso no es lo que importa. Los que aburguesan pueden ser agradables o desagradables. Eso es menos importante que el proceso.”

En el proceso, aburguesamiento está manejado por fuerzas profundas – cambios en nuestra economía, tendencias como el hueco entre la gente que tiene acceso al dinero y la gente que no. Cuando una ciudad burguesa, los marcadores de la desigualdad en los paisajes de las partes más viejas y pobres de la ciudad son visibles, y atraen las carteras de grandes inversionistas en busca de ganancias que también impulsa el aburguesamiento. Wyly dice, bienes raíces baratos con potencial atrae “algo nuevo y mas acomodado en la zona. Se puede hacer fortunas.”

Veamos como algunos residentes de Highland Park ven como se transforma su comunidad.

La familia Reyna tiene raíces profundas en Highland Park.(Photo credit: Rafael Cardenas)

La familia Reyna tiene raíces profundas en Highland Park.
(Photo credit: Rafael Cardenas)

Vidal Reyna trabaja como mesero en uno de los restaurantes mexicanos más viejos en Highland Park llamado El Arco Iris, los dueños del restaurante son familia de su esposa. Él se crió ahí. Él dice que comprendió que su barrio se estaba convirtiendo en un lugar diferente en una conversación con su padre. Reyna recuerda que su padre dijo “Hay muchos güeros mal vestidos por aquí.” Reyna también ha notado que las medidas represivas de la ley local contra las pandillas y el aumento de los precios de las propiedades, algo que incrementa sus ganancias.

Marilyn Miller se trasladó a Highland Park en los 1990s cuando todo era más accesible. “Ahora que somos una vecindad de moda, todos estos desarrolladores y compradores y personas entrando, está cambiando,” dice Miller. “Cuando nos mudamos, era predominantemente de habla hispana.” Miller describe las empresas viejas de Highland Park como “muy utilitario,” el complemento perfecto para “un barrio de sentido común y trabajador.” Agrega, “ahora, como en York, estamos recibiendo estas empresas. Ahora tenemos clubes de salud y ahora tenemos cafeterías y ahora tenemos comedores al aire libre y ahora tenemos ropa vintage. Ese tipo de cosas está llegando.”

Jackie Martinez se crió en Highland Park y sus padres todavía viven aquí. Cuando trató de comprar la casa frente a la de sus padres, ella rápidamente fue superada por un inversionista de bienes raíces con dinero en mano. “La gente de aquí no puede hacerlo,” lamenta acerca de la competencia para viviendas en su barrio.

Miguel Olivares dice, “Tiene un aspecto diferente, incluso los perros que camina en la calle o el excremento dejado por los perros que están caminando por la calle. Caca de perro de lanas definitivamente es diferente a la caca de chihuahua.”

Marina Bellizzi se crió en Highland Park. Se graduó de Franklin, una escuela secundaria local, y luego se mudo unas pocas millas de distancia para asistir a Occidental College en una ciudad vecina llamada Eagle Rock. En los pocos años entre la secundaria y la universidad, su perspectiva del barrio ha cambiado. “Cuando eramás joven, estudiar en Franklin High School era algo que avergonzaba. Teníamos equipo de porristas feas, teníamos adolescentes embarazadas, teníamos maestros fracasados. Hubo mucha vergüenza por solo ir a mi escuela o por nada más que vivir en esta zona. Incluso los jóvenes se reían de ella. Supongo que diría que no había mucho orgullo,” dice Bellizzi. “Ahora lo veo diferente, como que está cambiando el barrio y se percibe como un lugar positivo, pero para que yo pueda reajustar lo que mis ideas preconcebidas eran, será difícil.

Erica Daking ofrece comidas vegetarianas en su restaurante llamado Kitchen Mouse en Highland Park.  (Photo Credit: Rafael Cardenas)

Erica Daking ofrece comidas vegetarianas en su restaurante llamado Kitchen Mouse en Highland Park. (Photo Credit: Rafael Cardenas)

Además de los inversionistas y nuevos residentes, muchas nuevas empresas se han trasladado a Highland Park. Uno de ellos, por la calle Figueroa, es una cocina de almuerzos y panadería vegetariana llamado Kitchen Mouse. Las ventanas gigantes, los azulejos blancos brillantes y ladrillos a la vista en el restaurante están lejos de la decoración del negocio anterior de ese espacio: una tienda de préstamos rápidos que especializaba en préstamos de títulos de autos. Erica Daking es la dueña de Kitchen Mouse y se preocupa acerca de la forma en que algunos la perciben en el barrio. Al darse cuenta de que otro nuevo negocio cercano había sido marcado con la frase “malo para la comunidad,” pensó, “vamos a recibir ese tipo de reacción? Lo entiendes y al mismo tiempo, te hace sentir incómodo.”

No hemos llegado a Highland Park para aburguesarla. Llegamos a documentar los cambios que están ocurriendo aquí como resultado de una mayor riqueza en el barrio. Pero entrando a la vecindad desde afuera – es posible hacer una cosa sin hacer la otra? La persona que marcó nuestra puerta tal vez cree que no, pero nosotros no tenemos la respuesta. Ahora nosotros se registre como parte del cambio que sucede aquí, pero los barrios casi siempre están cambiando. Unas personas llegan, otras salen. Unas áreas se convierten más seguras, algunas casas empeoran. Por lo tanto, si las comunidades siempre están en estado de flujo, porque algunos de los cambios son más fáciles de ver o más problemáticos que otros?

Cuando la gente nos habla de aburguesamiento, escuchamos conversación sobre cafeterías, casas remodeladas, calles pavimentadas, carriles de bicicleta, más perros, parques nuevos, el aumento de precios, y los hipsters. Estos elementos de cambio son muy visibles. Los elementos invisibles – fuerzas económicas que impulsan a una comunidad en transición – son los que más le interesan a Marketplace. Estamos aquí para descubrir esos elementos y colocarlos bajo un microscopio para comprender por qué se ha convertido inaccesible para muchos de nosotros vivir en estas áreas.

2. La Casa en el Bulevar York

En el año 2013, el sitio de bienes raíces llamado Redfin dijo que Highland Park era el barrio más en moda de todo el país. Los signos de una transformación residencial están en todas partes. Los jardines son salpicado por carteles de “En Venta.” Cada fin de semana, agentes de bienes raíces celebran una jornada de puertas abiertas. Para los propietarios que compraron sus casas en los 1970 y 80, los peores años de Highland Park, ésta es una oportunidad para venderlas a precios más altos de lo que esperaban. Los inversionistas han comprado y remodelado muchas viviendas, mientras otras casas han sido compradas por familias dispuestas a invertir el sudor y hacer las renovaciones ellos mismos.

Queríamos contar la historia de bienes raíces en Highland Park por examinar casas particulares y las generaciones de propietarios que han pasado a través de ellas. Fuimos de puerta en puerta a las casas con rótulos de venta, preguntándole a las familias por qué estaban vendiendo sus casas. También visitamos a cada agencia de bienes raíces en el barrio.
Una tarde, durante una visita a la vendedora de casas Elsa Kim en la oficina de Century 21 en Highland Park, conocimos a Irma Alvarado. Dos meses antes, con ayuda de Elsa, Irma vendió su casa de dos habitaciones y dos baños en York Boulevard. Las mujeres se han convertido en amigas, y en ocasiones Irma pasa a la agencia a saludar a Elsa.
Irma Alvarado vendió su propiedad en York Blvd. a una pareja joven y se mudo a una comunidad de retiro.

Irma Alvarado vendió su propiedad en York Blvd. a una pareja joven y se mudo a una comunidad de retiro. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Los Alvarado era una familia joven de clase trabajadora con sus dos hijas, cuando se mudaron a Highland Park en 1978. La pareja se unió cuando ella tenía 16 años y el 22. Se casaron poco tiempo después. Compraron la casa, con su pequeño porche y patio grande, por $78,000. La suegra de Irma vivía con ellos, en el pequeño sótano, y a veces, dice ella, la casa se sentía demasiado pequeña para todos ellos.
Eligieron la vecindad porque cerca de Glassell Park, en donde vivían, estaba lleno de violencia y pandillas. Sin embargo, un par de años más tarde, las pandillas los siguieron a Highland Park. Recuerda oír disparos una noche.
“Mis dos hijas se tiraron al piso y gateaban,” dice Irma. “Y yo dije, que diablos está pasando aquí? Y mi marido respondió, ‘les dije que si escuchan disparos, tienen que tirarse en el suelo y arrastrarse hasta la sala de atrás.’ Yo pensé, dios mío, esto es demasiado.”
Hace cuatro años, el marido de Irma fue diagnosticado con cáncer. La pareja optó por vender la casa, porque Irma no podría mantenerla ella sola. Miraron los valores de propiedades en la zona y decidieron enlistar la casa por $500,000.

Elsa Kim, una agente de bienes raíces, ayudó a Irma Alvarado vender su casa. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Elsa Kim, una agente de bienes raíces, ayudó a Irma Alvarado vender su casa. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Mientras estaban haciendo su decisión, Elsa Kim comenzó recibiendo llamadas de inversionistas expresando interés en propiedades en Highland Park. Elsa envió cartas a los propietarios de York Blvd., preguntando si querían vender. Los Alvarado recibieron la carta, y eligieron a Elsa como su agente de bienes raíces. Cuando Elsa vio la casa, sentía que $500,000 era demasiado bajo. Se vendió finalmente por $521,000. Después de la muerte de su esposo, Irma Alvarado se trasladó a un apartamento en una comunidad para retirados en Montebello, California. Ella espera que el dinero de la venta de la casa le ayudará para el resto de su vida.
Irma no sabía mucho acerca de la pareja que compró la casa, pero dice que tenía un buen sentimiento acerca de ellos. Sabía que la pareja era jóven y se acordó del nombre de “Benoit.” Por la “t” silenciosa, dice ella, se imaginó que eran franceses.

En realidad, uno de ellos es Francés-Canadiense. Nos pusimos en contacto con Benoit Guerin y Katie Dormeier a través de su agente de bienes raíces. Benoit, director técnico de teatro educativo en Kaiser Permanente, y Katie, una coordinadora de producción de comerciales de televisión, les gustó la casa de York porque se distinguía de las otras casas en Highland Park. Muchas de esas casas estaban fuera de su alcance económico o parecían sin vida. La pareja decidió renovarla ellos mismos.
“Le hemos dedicado mucho tiempo a estas paredes,” dice Katie. “Hubo papel de pared, y pintaron sobre ese papel, pintaron sobre la pinta, después pusieron papel de pared nuevamente encima y pintaron sobre tal papel.”
Benoit y Katie son recién llegados típicos en Highland Park: jóvenes, profesionales artísticos, que no podían comprar casa en un barrio más aburguesado de Los Ángeles, barrios como Silver Lake. También son conscientes de la ansiedad que rodea el aburguesamiento. Katie experimentó el proceso de aburguesamiento mientras vivía en Chicago, y Benoit lo vivió en Montreal. Dicen que ser propietario de una casa es un paso importante hacia ser parte de la comunidad.
“Creo que hay un mayor sentido de responsabilidad social ser dueña de una vivienda, en lugar de ser un inquilino,” dice Katie.
“Jamás he alquilado donde yo me viera por los próximo 25 años,” dice Benoit.
Al mismo tiempo que se encargan de las renovaciones, la pareja vive abajo en el sótano, que está lleno de ropa y una cama grande. También hay una bomba de sumidero, que se dijo que era un vestigio de un año que hubieron inundaciones.

En la oficina del asesor del condado de Los Ángeles, los registros de viviendas se mantienen en una sala con luz tenue en el sótano. En el libro azul de registro de la casa de Katie y Benoit, aparece un hombre llamado Marcel C. Hiller como el primer propietario, en la década de 1920. Durante ese tiempo, los residentes más ricos y blancos de Highland Park se estaban trasladando a zonas oeste del barrio, y familias de clase obrera estaban entrando al barrio. El nombre de Hiller aparece en el registro de la casa hasta el año 1976, cuando pasó a una nueva propietaria, Georgina Hiller. Ella era dueña de la casa por un tiempo corto, antes de venderla en 1977 a la mujer que luego se la vendió a Irma Alvarado. Irma sólo podía recordar el primer nombre: Olga. También recuerda que las habitaciones estaban pintadas de color rosa, lo que le hizo pensar que Olga tenía hijas.

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Iris Lawrence Pereles (derecha) y su hermana Nancy Lawrence vivían en Highland Park en los 1970. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Olga Lawrence, inmigrante cubana de Guantánamo, murió en 2008, pero sus hijas, Iris Lawrence Pereles y Nancy Lawrence, han mantenido su memoria viva. Viven a pocos kilómetros de Highland Park, en una casa decorada con fotos de su madre. Tienen muchos álbumes de fotos con imágenes de su familia extendida en Cuba, imágenes de la pequeña casa que construyó su padre en Guantánamo después que se ganó la lotería, y fotografías de su primera casa en Highland Park, que también estaba en York Blvd. Pero no tienen fotos de la casa que se vendió a Irma Alvarado. Olga compró la casa después de divorciarse en el año 1977. Ese mismo año, Los Ángeles se vio afectado por lluvias fuertes y el sótano de la casa se hundió. Frustrados por la situación, Olga le vendió la casa a Irma después de vivir ahí por sólo un año.
Las hijas de Olga dicen que su madre era testaruda y decidida. Después de haber vendido la casa en York Blvd., ella inmediatamente compró otra en un barrio de Highland Park, que les dejó a sus hijas. Ellas aún viven en esa casa. Por años, las dos mujeres han estado pendientes de la casa en York Blvd., y se sorprendieron cuando se vendió por más de $500,000.
“No lo puedo creer,” dice iris. “Para 520- y algo mil? No puedo. No puedo.”
A pesar de su incredulidad, los mismos cambios vienen al barrio donde viven ahora. Los agentes de bienes raíces han empezado a preguntarles si están interesadas en vender la casita de barro, color coral, que su mamá compró alrededor de $63,000 a finales de los 70. Las hermanas dicen que les han dicho que ellas también podrían vender la casa por cerca de $500,000. Dicen que el aburguesamiento en Highland Park, viene en camino hacia el barrio de ellas.

3. La Casa en la Calle Meridian

Lyn Mayer camina un kilómetro desde su apartamento que alquila a su antigua casa en la calle Meridian en Highland Park, con recuerdos del barrio de cuando ella se mudó aquí en 1991. La calle era tan tranquila que los pollos del vecino podían dormir. La familia de la colina cultivaba maíz en su patio. La ciudad no mantenía las aceras tan seguras como lo hacen ahora.

El verano pasado, Lyn vendió su casa blanca, ubicada sobre una ladera, después de años luchando por mantener las reparaciones. Ella llegó a visitar el nuevo propietario, para obtener su opinión sobre los cambios en Highland Park y, como una residente del barrio de mucho tiempo, a compartir la suya propia.
Paul Downer le compró la casa al inversionista que se lo compró a Lyn. De San Francisco se trasladó a Highland Park hace unos meses. Él es un diseñador y educador, con un ojo artístico. Los detalles pequeños son parte de lo que le atrajo a la casa en la calle Meridian: los pequeños paneles de cristal de colores por encima de la gran ventana y los azulejos de terracota en el baño.

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“No es que nadie me hizo sentir incómoda, pero era una extraña.”-Lyn Mayer

Paul es un recién llegado, pero él no se considera un aburguesador. El fue testigo de los efectos de la burguesía de San Francisco y se puso triste cuando restaurantes prestigiosos comenzaron a reemplazar las taquerías en el Distrito de la Misión. El ve dinámicas similares en juego en Highland Park, y no le gusta el sentido de la exclusividad que muchas de las empresas prestigiosas derrochan.

“Me siento indigno cuando entro a muchas de las cafeterías,” dice Paul. “Porque los meseros parecen mucho más modernos e interesantes que yo, y me siento intimidado. Y algunas de las cosas en el menú, nunca las había oído.”
Paul, sin embargo, benefició de uno de los mayores efectos del aburguesamiento: el aumento en los precios de las viviendas. Vendió su apartamento en San Francisco y pago $710,000 en efectivo por la casa en la calle Meridian. Reconoce que para 1,100 pies cuadrados, es mucho dinero.

El precio de venta sorprende a Peter Alexander y Scott Craig, tal vez más que nadie, quienes compraron la casa en 1988 y se la vendieron a Lyn Mayer en 1991. Era una pareja joven y artística, y Highland Park fue uno de los pocos barrios donde los precios de las casas no estaban fuera de su alcance. Compraron la casa, que en ese tiempo tenía una habitación y un baño, por $95,000.

Como pareja homosexual y blancos, en un barrio de mayoría clase trabajadora y Latino, se destacó un poco, pero sus vecinos eran muy amables. Peter y Scott les encantaba comer en los lugares con tamales baratos, y despertar con la música de mariachi de los vecinos. Se ríen del recuerdo de pintar la pared blanca de enfrente cada fin de semana, después de que fuera marcada por los chicos del barrio los viernes por la noche.

Peter y Scott se fueron de Highland Park por la misma razón que muchos Angelinos se van. La mayoría de sus amigos vivían en Silver Lake, otro barrio abierto a artistas que está geográficamente cerca de Highland Park, hasta que tomas en cuenta el tráfico de Los Ángeles. El viaje por ver a sus amigos se había convertido en una ardua tarea. Remodelaron la casa, le agregaron un dormitorio y un baño, y se la vendieron a Mayer por $180,000.

Hace diecisiete años, abrieron un club nocturno llamado Akbar, que se ha convertido en una institución de Silver Lake. Riendo, admiten que ayudaron a aburguesar a Silver Lake. Sin embargo, no piensan que fueron uno de los primeros aburguesadores de Highland Park. Vivieron ahí por tres años, y en ese tiempo, nada cambió. Los negocios pequeños no estaban obligados a trasladarse por aumento de los alquileres y las casas no se estaban renovando.

Uno de los primeros signos de que un barrio se está aburguesando son los muchos artistas que se están trasladando. Y, de alguna manera, es lo que establece a Highland Park aparte de un típico barrio aburguesado. Highland Park ha estado atrayendo a los artistas por más de un siglo. Es parte de la razón que Lyn Mayer no piensa que ella es aburguesadora, sino como una artista que, al igual que muchos, le atrajo los precios de las viviendas relativamente baratas, y con mucho espacio.

En el léxico del aburguesamiento, Lyn “retiró el efectivo.” Vendió su casa a un precio más elevado de que la compró. Aún así, su vida después de la venta es sencilla. Todavía maneja la misma camioneta vieja con 230,000 millas en ella, todavía se desgasta la ropa, y prefiere almorzar porque es más barato que la cena. Y, en lugar de comprar otra casa más pequeña o un apartamento después de vender la casa, Lyn alquila un pequeño estudio. A los 60 años, piensa en el retiro pero sabe que no será fácil.

“Con el dinero que recibí, estaría bien para el resto de mi vida?” se pregunta Lyn. “No, no cuando dicen que para jubilarte cómodamente necesitas por lo menos un millón de dólares. Me siento liberada de la gorila que estaba en mi espalda hace un año. Pero ahora, me quedan los chimpancés en la espalda.”

Las experiencias, preferencias y las conciencias de las personas como Lyn Mayer y Paul Downer se chocan directamente con definiciones académicas de el aburguesamiento. “La transformación de clases en el espacio urbano,” es como geógrafo y teórico del aburguesamiento Elvin Wyly lo define. Sencillamente, es cuando el dinero entra a un barrio.

Después de conocerse, y después de haber tenido la oportunidad de ver las muestras de arte de Lyn, Paul le dio un recorrido por la casa, y después compartieron un pedazo de pastel Les presenté con la definición académica de el aburguesamiento y les pregunté si ninguno de ellos querían ser un aburguesador, o si es posible que son? Lo pensaron por unos momentos, y admitieron, que sí, es posible.

Paul Downer, en su casa en la calle Meridian. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Paul Downer, en su casa en la calle Meridian. (Photo credit: Rafael Cardenas)

“Yo soy blanco, eso es un elemento,” dice Paul. “No es simplemente un tema de clase. Me imagino que técnicamente, soy considerado parte de eso. Pero yo no me veo así. Me veo a mí mismo como tratar de ser parte de una comunidad, pero soy un extraño, y eso es la realidad.”
Lyn agrega, “no es que nadie me hizo sentir incómoda, pero era una extraña. Porque yo era una muchacha blanca, pero también estaba sola. Cuando me mudé aquí, habían muchas familias con niños, y supongo que era como una intrusa.”

Así es en cualquier vecindario, adinerado o no. Ella era una intrusa. Ahora, es una privilegiada. Y él todavía está nuevo. Algunos de sus vecinos todavía no se han acostumbrado a él. A veces sus saludos no son devueltos, pero Lyn lo ha introducido a sus amigos, y a veces se van a cenar y a las galerías. Y desde su porche, él puede ver aún más personas interesadas en la casa de venta cerca de la calle – que ha sido renovada y esta en el mercado por $680,000 – tratando de decidir si Highland Park va ser su nuevo vecindario.

4. La Máquina del Aburguesamiento

Hay una historia familiar que se escucha en muchos barrios aburguesados acerca de cómo se inició el cambio. Casi siempre incluye un pequeño café. En Highland Park, es un lugar llamado Café de Leche, que abrió sus puertas en el 2008.

El café se ha convertido en un lugar favorito de los recién llegados, donde se encuentran bebiendo un café del oriente o las famosas horchata lattes, encima de sus computadoras portátiles.

También se ha convertido en el blanco favorito de los antiguos y descontentos. Les han marcado las puertas del café con palabras como “burgueses,” les han puesto un registro simbólico de “desalojo,” y se infiltraron los portátiles con una conexión anónima de internet con un nombre que dirige una palabra obscena a los hipsters.

“No lo sé,” dice Anya Schodorf, con un suspiro de frustración sobre la cafetería. Es propietaria con su marido, Matt. “Es vergonzoso y no es bueno.”

Matt y Anya Schodorf, dueños de Café de Leche. (Photo caption: Rafael Cardenas)

Matt y Anya Schodorf, dueños de Café de Leche. (Photo caption: Rafael Cardenas)

Matt, originario de Ohio, y Anya, de Nicaragua, dicen que entienden por qué los residentes de Highland Park se sienten incómodos con la rapidez de esos cambios. Pero la idea de que su pequeño café empezó todo?

“Solamente abrimos una tienda de café,” dice Matt. “No hubo un plan maestro.”

A pesar de todos los argumentos sería improbable que los Schodorfs construyeran un plan maestro de aburguesar a Highland Park, y al mismo tiempo iniciar su pequeño negocio en tiempos de recesión y casi perder su hogar en el proceso de anulación.

Y es por esto que esta historia no se trata de Café de Leche, o un plan maestro de ellos. En cambio, esta historia es acerca de los profesionales que rodean a Café de Leche, y los negocios que inician cambios en barrios como este–un propósito bien lucrativo.

Una Semilla de Transformación

Un profesional remodelador de casas llamado Steve Jones, más conocido como el “Hipster Flipper” de Highland Park admite que Café de Leche si era parte de su plan maestro.

Steve Jones de Better Shelter frente de uno de las muchas casas de Highland Park que ha remodelado. (Photo credit: Krissy Clark)

Steve Jones de Better Shelter frente de uno de las muchas casas de Highland Park que ha remodelado. (Photo credit: Krissy Clark)

“Cuando empecé a trabajar en esta zona – lo único que realmente estaba era Café de Leche,” explica Steve. “Y yo les dije a esos chicos, ‘escuchen, no pueden salirse de la empresa. Si se salen del negocio – estoy arruinado.’”

Para entender por qué, se necesita saber un poco más acerca de el negocio de Steve Jones, Better Shelter. Desde el choque de bienes raíces, Steve, residente en un barrio rico de la ciudad, ha trabajado con inversionistas y han comprado más de 50 casas en Highland Park. La mayoría de ellas eran casas embargadas. En un lugar de clase trabajadora como ésta, casas embargadas no eran difícil encontrar.

“En los casos en que alguien podría ver la decadencia y deterioro, yo decía ‘mira todos estos hogares que puedo hacer,’” dice Steve. “Veía oportunidad.”

Es decir, oportunidad para hacer mucho dinero. Steve compra las casas, las remodela con Dwell Magazine y las vende con una buena ganancia.

Steve me llevó a una casa que remodeló con un estilo Español, estuco blanco con una puerta de color de menta, techo de tejas rojas y ventanas grandes en forma de arco.

Le pregunté cuánto hizo sobre esta casa, y no podía recordar los detalles, así que lo buscó en una aplicación de bienes raíces en su teléfono. Cuando se encontró el registro, movió la cabeza, como si todavía no lo podía creer. Me dijo que la compró por $280,000, agregándole otros $140,000 al costo de la remodelación, y la vendió en – ahora riéndose: “$530,000! Ay dios mío!”

Pero para vender casas en ese precio, Steve sabía que necesitaba personas que podían darse el lujo de pagar tanto. La mayoría de las personas que ya vivían en Highland Park, no podían. Así que Steve necesitaba atraer a las personas más ricas de otras zonas. Y le preocupaba que la decadencia en Highland Park, la cual vio como una oportunidad al principio, asustara a los tipos de compradores que quería encontrar.

Highland Park “podría ser un susto para algunas personas,” dice Steve. “Y, entonces, una de las cosas que teníamos que hacer era mostrarle al comprador que sí se puede vivir en este barrio.”

Y ahí es donde entraba Café de Leche.

“Una de las primeras cosas que los compradores de vivienda quieren saber es ‘¿Dónde está la marqueta? ¿Dónde puedo obtener mi limpieza en seco? ¿Dónde puedo obtener mi café?’” explica Steve. “Y por lo menos les podría decir, para el café, que vayan ahí.”

Steve llama un lugar como Café de Leche una “semilla” de transformación – algo que podría señalar y decir, mira, este barrio está cambiando. Necesitaba convencer a los compradores potenciales de esto. Pero, más importante, necesitaba convencer a las personas que le daban el dinero para remodelar las casas.

‘Un futuro prometedor’ casi nunca se mira como ‘un futuro prometedor’

Otra marcha en la máquina que impulsa el aburguesamiento son los inversionistas de bienes raíces como Gregg Salomón. Gregg y Steve se conocieron cuando trabajaban en Quiksilver, una empresa de productos deportivos. Steve era un VP de diseño y Gregg un VP de negocios.

Gregg vive en un suburbio rico de Los Ángeles y, al igual que muchos de los inversionistas que apuestan en los vecindarios de bajos ingresos, nunca había visto a Highland Park hasta hace poco. La primera vez que lo vio, para visitar la propiedad que Steve quería mostrarle, Gregg dice que deliberadamente llevó su camioneta y no uno de sus “mejores” carros.

“Sin duda, era un lugar que no hubiera visitado por la noche,” me dijo. “Me haría sentir incómodo.”

Esta percepción de que Highland Park era un lugar para evitar, curiosamente es exactamente lo que hace la compra de una propiedad en este barrio una inversión potencialmente lucrativa.

O como dice Matt Manner, otro profesional de bienes raíces que se especializa en Highland Park, “Un futuro prometedor casi nunca se mira como ‘un futuro prometedor.’ Parece un barrio peligroso.”

Matt Manner compraba y vendía casas para Steve Jones en Highland Park, hasta que comenzó su propio negocio de renovar casas llamado Extraordinary Real Estate.

Dice que es economía básica. El mejorar el barrio, se aumenta el valor de las propiedades. Si usted invierte en un buen barrio, obtiene menos ganancias.

Pero en un barrio desgastado, las propiedades son más baratas. Usted puede comprar la propiedad por un precio bajo y, si la máquina del aburguesamiento se está girando, lo puede vender a un precio alto. Es un modelo más riesgoso, pero con gran potencial y la recompensa de obtener grandes ganancias. Y ese es el motivo por lo que los inversionistas ponen todo su dinero en estas viviendas.

“Todas estas personas que tienen, estúpidamente, su dinero en cuentas del mercado ganando 2 por ciento o 3 por ciento, o una de las tarifas horribles de ahora,” explica Steve. “Entonces yo tengo que presentarles a estas personas esta oportunidad. Yo les puedo ganar X por ciento por su dinero.”

Hizo una pausa. “Y les hice un montón de dinero a esta gente.”

Gregg Salomón dice que ha invertido alrededor de un millón de dólares en los últimos años en propiedades de Steve Jones en Highland Park. Él estima que se ha ganado el 35 a 40 por ciento de su inversión. “No me puedo quejar de eso,” dice él.

Por lo menos, un inversionista como Gregg no se puede quejar. Pero Gregg Solomon está en un extremo y en el otro extremo, hay familias como los Martinez.

No es el Barrio de Antes

Andrés Martínez y su esposa Cecilia compraron su casa en Highland Park hace 20 años. En ese entonces, era una de las pocas áreas que podían comprar con su ingreso de supervisor de mantenimiento y el de ella trabajando en una oficina de seguros. Ahora su hija Jackie, una instructora de ESL, ha intentado y no ha podido comprar su propia casa en el barrio donde se crió.

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Andrés Martínez en su jardín en Highland Park. (Photo credit: Krissy Clark)

Las casas son demasiado caras o son compradas con ofertas en efectivo por inversionistas como Gregg Salomón y Steve Jones, o por empresas más grandes – financiadas por capital privado o dinero del exterior.

La casa de Martínez está rodeada por casas que ya están remodeladas. Algunos vecinos perdieron sus hogares en el proceso de anulación. Otros decidieron vender y quedarse con el dinero del aumento de la propiedad. Jackie Martínez dice que agentes de bienes raíces constantemente les hacen ofertas sobre su casa.

“Llamar o enviar cartas – hemos oído a muchas personas decir, ‘yo compro la propiedad,’” dice ella. Hasta el momento, se han negado. “Es nuestra casa.”

Aunque, a veces, es una casa que Jackie Martinez apenas reconoce.

“No ves muchas de las cosas que antes se veían,” dice ella. “Las carnicerías, los mercados, la gente vendiendo tamales – lo que hizo sentirse como un barrio.”

Pero de alguna manera, ese “sentido de barrio,” debe de cambiar si los inversionistas van a seguir beneficiándose de Highland Park. Carnicerías, mercados mexicanos y los vendedores de tamales no son suficiente para atraer a la gente que puede comprar una casa hermosa y remodelada. O, así es el razonamiento.

De hecho, una cafetería pequeña tampoco puede atraer suficiente gente.

Es por eso que Steve Jones, el “hipster flipper,” y su agente de bienes raíces, han comenzado mezcladores para algunas de las nuevas tiendas en Highland Park – lo que Steve llama empresas “afines.” Con vinos y quesos, los propietarios de comercios hablan acerca de cómo conseguir que la ciudad limpien los chicles en las aceras y los botes de basura rebosante.

Recientemente, Steve comenzó un evento pidiéndole a las personas que se presenten frente a todos.

“Soy Jen, y hoy mísmo firmé un contrato de arrendamiento de una librería,” dice una mujer, los demás felicitándola.

“Charles Wren, The Hive Los Ángeles,” dice el propietario de una peluquería. “Acabamos de abrir en York.”

No había vendedores de tamales o mecánicos presente. Pero si hubo un maestro de Reiki, el dueño de una tienda de decoración del hogar, y el hombre detrás de una nueva tienda de vinos/cafetería/restaurante orgánico/pizzería, que algunos críticos han denominado el centro comercial de los hipsters.

El propósito de este encuentro fue parte promoción y parte grupo de apoyo, explica Steve Jones.

“Quería darle a la gente la oportunidad de socializar y conectarse y dejar saber a otras empresas que estamos, de alguna forma, unidos,” dice Steve.

Porque si la pequeña semilla de un café bonito puede remodelar una docena de casas, va a tomar un esfuerzo de grupo para remodelar todo un barrio.

5. Remodelando el Barrio

For 23 years, Frank Cordova owned a little shop on Figueroa Street in Highland Park. It’s one of those shops that sold a bit of everything: Shampoo, car speakers, picture frames, dictionaries, all at a deep discount. Frank had been behind the counter, selling this stuff every day since 1991, when he hired a mariachi band to play at his grand opening.

En todos los años desde entonces, no ha tomado vacaciones, días de enfermedad, aniversarios o cumpleaños. Su lema: “Tienes que trabajar en lluvia, sol, frío, o en viento. No importa cómo está el día, siempre tienes que trabajar.”

Eso es, hasta el día en el que no.

A principios de Noviembre, Frank empacó la mercancía que le quedaba, lo puso en depósito y cerró su negocio. Hubieron muchas cosas que lo ocasionaron el cierre de la tienda. La mayoría de sus clientes habituales eran latinos de la clase obrera, que se han desplazado en los últimos años o simplemente no compraban cosas como lo hacían antes. La gota que colmó el vaso fue cuando recibió una llamada diciendo que el edificio en donde estaba su tienda ha sido vendido y también lo iban a remodelar – después de dos décadas de nunca aumentar la renta, iba aumentar “considerablemente.” Antes de que escuchara cuanto, Frank decidió que era hora de irse.

Por un lado, cerrando la tienda es un alivio, dice Frank. Por el otro, “se sienten ganas de llorar.” Pensó por un momento, “Pero, ¿qué podemos hacer? Todo cambia. Nada se queda igual.”

Todo cambia. Una frase que se escucha mucho en estos días por la calle Figueroa, donde las pequeñas empresas, como la de Frank, se han cerrado, una tras otra. Pero lo que queda en claro después de hablar con las personas que ayudaron al cambio en un barrio como Highland Park, es que no solamente sucede. Un grupo de personas tiene que trabajar muy duro para el cambio. Nos gustaría presentarle a esa gente.

La ‘Re-alquiladora’

“Ves este swap meet?” pregunta Nicole Deflorian, del edificio antiguo de ladrillos con un rótulo que dice HighlandSwapMall.com – está adyacente a la tienda que cerro Frank.

Nicole Deflorian es una agente de bienes raíces comerciales. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Nicole Deflorian es una agente de bienes raíces comerciales. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Mira a través de las ventanas del centro comercial, la mezcolanza de quioscos que venden ropa interior, teléfonos celulares, y joyería barata. “No sé cómo todavía permanecen en el mundo de los negocios,” dice.

Nicole es una agente de bienes raíces comerciales con Clint Lukens Realty y uno de los muchos agentes que han marcado Highland Park como su nuevo territorio en los últimos meses. Ahora dedica una cantidad de tiempo considerable a este barrio, revisando edificios antiguos como el swap meet y tiendas pequeñas, como la de Frank.

“Esto puede ser dividido en dos o tres tienditas lindas de moda,” dice ella, del tamaño del edificio del swap meet. “Probablemente suceda muy pronto.”

Una de las especialidades de Nicole es algo que se llama “re-alquilar.” Tal vez nunca haya oído esta palabra, pero en bienes raíces comerciales es un término de arte, un trabajo: encontrar edificios comerciales con inquilinos que tienen contrato de arrendamiento de mes a mes, y a continuación “correrlos, y alquilar la propiedad a nuevos inquilinos a precio del mercado,” explica Nicole.

Nicole admite que eso puede sonar abusivo. “Me siento mal,” dice. “Pero se trata de una empresa. Y cuando estas personas están pagando bajo precio del mercado, y tenemos un cliente que posee la propiedad, tenemos que mirar el interés del cliente.”

Encontrar aquellos clientes, los propietarios que les ofrece sus servicios, puede ser difícil. Los propietarios son muy difíciles de encontrar, los registros ocultan su identidad. No puede ir a un edificio y preguntarle a los inquilinos cómo llegar a su dueño, casi nunca te dan esa información.

Nicole ha desarrollado una estrategia para eso.

“Lo que normalmente hago, veo una tienda vieja de aparatos electrónicos, por ejemplo, que no duraría otro año más,” explica. “Averiguo cómo ponerme en contacto con el propietario – invento que fui golpeada en el estacionamiento trasero, y tengo que llamar al seguro, y por lo tanto necesito la información del dueño de la propiedad.”

Es un truco que Nicole dice que aprendió de otro agente de bienes raíces comerciales hace años. “A veces tienes que ser creativo y hacer lo que sea necesario para obtener la información.”

Cuando Nicole obtiene la información del propietario, su oferta es bastante simple. Le pregunta cuánto pagan los inquilinos. En un barrio desgastado como Highland Park, por lo general, es muy bajo. “Como $1.25 por pie cuadrado o algo ridículo,” explica. En ese momento, ella le dice al dueño: “Tengo espacios en esta calle con arrendamiento de $2.50 por pie cuadrado: ¿cómo le suena eso?”

Si todo va según lo previsto, dice, sale la tiendita de aparatos electrónicos y entra el “nuevo gimnasio, o lo que sea.” Y Nicole hace buena comisión.

El Complejo Industrial del Aburguesamiento

Un re-alquilador, como Nicole, es uno de los jugadores en lo que podría llamarse “el complejo industrial del aburguesamiento,” un grupo de agentes de arrendamiento financiero de bienes raíces, los terratenientes e inversionistas quienes tienen modelos de negocios basados en el cambio de los barrios.

Este cambio comienza como una llovizna – gente nueva se traslada a los barrios más accesibles, tal vez con una cafetería bonita. Pero el complejo industrial del aburguesamiento se convierte en inundación, remodelando las casas para atraer a más gente, y eleva los precios de las viviendas. A continuación, los precios altos de las viviendas capturan la atención de los agentes de bienes raíces comerciales.

“Ventas comerciales sigue lo residencial,” es un aforismo en el mundo de bienes raíces comerciales. Patrick Dilanian, un agente de bienes raíces comercial con RE/MAX, quien ha estado enfocado en Highland Park lo explica así: “La gente que llega a comprar casas por $500,000 o $600,000 quieren tener donde ir para las compras. Quieren tener un lugar donde comer y beber, quieren tener en donde gastar su dinero.”

La especialidad de Patrick trae cambios a escalas mayores que re-alquilar edificios comerciales por unidad. Se ocupa haciendo acuerdos con dueños que venden los edificios enteros, por lo general, a un nuevo inversionista o grupo de inversionistas que re-imaginan y remodelan el espacio.

Recientemente, Patrick vendió un edificio por la calle Figueroa por $1.5 millones. En ese edificio se encuentra la tienda de descuento de Frank. Los propietarios de una cafetería elegante han firmado un contrato de arrendamiento de una de las unidades.

Patrick también manejó la venta del edificio al lado de la puerta anterior de Frank, un boliche y bar que organizaba conciertos de música punk rock. El edificio incluye un negocio familiar de recuerdos deportivos, perdieron su arrendamiento. El edificio se vendió por 2.9 millones de dólares, y lo están remodelando. Se convertirá en salón de música en vivo, con boliche y restaurante.

Inversionista Cyrus Etemad recientemente compró Mr. T’s Bowling y una cadena de tiendas por la calle Figueroa. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Inversionista Cyrus Etemad recientemente compró Mr. T’s Bowling y una cadena de tiendas por la calle Figueroa. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Otro edificio en Figueroa se encuentra en el mercado por $3.6 millones. Contiene el swap meet, que tiene muchas unidades en el segundo piso. Patrick está representando al propietario.

De las 20 tiendas en estas dos cuadras de la calle Figueroa, Patrick estima que ha negociado o está promoviendo la venta en más de la mitad de ellos en el último año.

“Juego al ajedrez con los edificios aquí,” dice Patrick. “Un edificio a la vez. Un paso a la vez y lo hacemos.”

Los Nuevos Propietarios Urbanos

Dave Walker y sus socios en Engine Real Estate acaban de comprar un edificio que Patrick Dilanian representó.

“Mi objetivo es crear una cartera propia mientras esta zona mejora,” dice Dave. “Arriba y abajo de la calle Figueroa.”

Dave Walker (derecha) junto con su socio Jeffrey Birkmeyer. Walker recientemente compró Frank’s Camera. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Dave Walker (derecha) junto con su socio Jeffrey Birkmeyer. Walker recientemente compró Frank’s Camera. (Photo credit: Rafael Cardenas)

Dave es miembro de otro grupo clave del complejo industrial del aburguesamiento: inversionista de bienes raíces comerciales.

Una cosa interesante sobre Dave y otros inversionistas que recientemente han tomado un interés en barrios como Highland Park, es que sus carteras están llenas de propiedades muy distintas a las que se encuentran aquí.

Dave ha pasado la mayor parte de su carrera desarrollando centros comerciales suburbios. “Generalmente con tiendas de grandes cadenas y cosas así.”

Pero los suburbios son cada vez más pobres, y la probabilidad que las inversiones en centros comerciales terminen con grandes ganancias es muy baja. Mientras tanto, en algunos barrios de las ciudades, lugares que antes se consideraban “desgastados” porque los inversionistas como Dave evitaron esas zonas por tanto tiempo, han comenzado a volar.

Recientemente, Dave vio otro barrio pasar por el ciclo de la burguesía llamado Abbott Kinney, oeste de Los Ángeles al otro punto de Highland Park. Los valores de la propiedad, dice, “de cientos de dólares por pie cuadrado a varios miles de dólares por pie cuadrado – justo debajo de mi nariz. Y yo estaba muy frustrado que no estaba participando en ella y me juré que no iba a permitir que eso vuelva a suceder,” dice.

Y, a continuación, Dave Walker encontró un edificio cavernoso por la calle Figueroa, conocido como Frank’s Camera. Era un emporio gigante de cámaras, que tenía negocios en Highland Park por décadas, hasta que los dueños, Frank y Vera Vacek, se jubilaron hace unos años. Con los inversionistas, Dave acaba de comprar el edificio por 3.4 millones de dólares. Después de remodelarlo, esperan obtener una ganancia de 25 por ciento.

Adentro de Frank’s Camera, que cerró las puertas del negocio en Octubre 2014. (Photo credit: Krissy Clark)

Adentro de Frank’s Camera, que cerró las puertas del negocio en Octubre 2014. (Photo credit: Krissy Clark)

“Esto me hace recordar, un poco, el sótano de mi abuela,” dijo cuando visitó el edificio en el mes de octubre.

Dave ha pasado los últimos meses dando recorridos por el lugar. En primer lugar, tenía que atraer a los inversionistas potenciales para que le ayuden a financiar la compra y remodelación del edificio. Obtuvo un buen grupo de gente de “alto valor,” como los llaman – en mayoría eran amigos y personas que conocían del trabajo en centros comercials.

Cuando corteja a los inquilinos potenciales, los prepara para lo que verán.

Un equipo de trabajadores han llenado 15 basureros con inventario de la tienda antigua – cámaras viejas, lentes, trípodes y otros accesorios. Además de otras cosas dejadas atrás en el edificio vacío – botellas rotas de vodka, jaulas de animales pequeños, juguetes sexuales.

Pero en lo que Dave Walker ayuda a las personas a recoger el desperdicio, el quisiera enfocarse en los “huesos buenos” del edificio.

“Puede ver donde se cayó el yeso en las paredes,” le dice a un par de inquilinos potenciales, dueños de varios bares y restaurantes de moda en Los Ángeles. “Y puede ver lo demás. Ahí tenemos ladrillos a la vista, justo detrás.”

“Oooh,” dice uno de los posibles inquilinos.

“Tiene ese intangible que es difícil de encontrar, eso es una de las cosas interesantes de aquí,” dice Dave.

Los sacó afuera para su tono final: el espacio se ve mal ahorita, pero imagínense en el piso de arriba, oficinas de tecnología, dice Dave. “Un poco estereotípico,” dice, “pero no hay mucho de ellos por esta zona. Es una oportunidad.”

¿Y en la planta baja? “Creemos que un bar, restaurante o gimnasio,” dice Dave. Quizás el barrio le gustaría como uno de los gimnasios exclusivos de bicicleta. ”Soul Cycle? Aunque no sea la demográfica de ellos, todavía.”

Todavia.

Esa palabra es la clave de los planes de negocio de los inversionistas como Dave Walker. Para hacer dinero en un barrio como Highland Park, necesitas comprar propiedades antes de que el demográfico cambie demasiado, cuando los precios todavía son relativamente baratos. Y, a continuación, tienes que asegurarte que el demográfico siga cambiando, para que la gente que puede comprar cosas de las empresas más caras siga viniendo, y puedas alquilar esas empresas.

Dice Dave que es la única forma en que su inversionistas se van a un lugar como Highland Park. “Para un barrio de mayor riesgo, eso es lo que buscamos,” dice. “Reconociendo con cierto nivel de certeza de que los alquileres se aumentarán – que el alquiler de $1 se va a convertir en $3 o $4 a $12 de renta.”

Y para alcanzar ese objetivo final, las tiendas pequeñas y baratas que atienden a las personas con un presupuesto – el swap meet, la tienda humilde de Frank Cordova – se tienen que ir. Las ventas de puertas cerradas no sólo son efectos desafortunados del proceso, de muchas maneras es el proceso.

Dave habla sobre este tema, y sobre los inconvenientes que ve.

“Es un pendiente resbaloso, porque en algunos casos, el barrio local perderá su sabor natural,” dice Dave.

Pero, también habla de la vitalidad que las tiendas nuevas pueden traer al barrio. El ve lo que hace como invertir y mejorar a Highland Park.

“Cuando inviertes y mejoras, no le paras,” dice. “No hay un punto de parar natural. No hay un frenazo a medias que dice ‘eso es suficiente ganancia. Es suficiente aumento de renta, no necesito hacer más.’ Eso no es naturaleza humana. No es así como funciona el capitalismo. Y esa es la vida que llevamos.”

Y ese es el proceso que llevamos, que se encuentra en muchos barrios de las ciudades en todo el país, y todo el vecindario de Highland Park. A pocas millas de distancia de la calle Figueroa, los inversionistas que buscan mayores ganancias han comprado propiedades en York Boulevard, la otra calle principal de Highland Park.

GPI Compañías, una empresa basada en Los Ángeles, recauda millones de dólares de personas ricas y lo empareja con millones de dólares de empresas de capital-privado en Wall Street para comprar carteras de propiedades – al igual que la página web de la empresa lo pone: “ofreciendo fundamentos de la demanda urbana debido a la re-generación, movimiento de clase creativa y el aburguesamiento.”

La visión de GPI York Blvd, tal como está representada en el GPI volante.

La visión de GPI York Blvd, tal como está representada en el GPI volante.

“Dedicamos mucho tiempo pensando en dónde implementar capital – sobre dónde comprar y construir,” dice Drew Planting, fundador y socio gerente de GPI.

Hace unos años, Drew manejó a través de Highland Park, mientras le ayudaba a su padrastro comprar una casa nueva en otra parte de Los Ángeles. Cuando vio a una tienda de mascotas con un rótulo de venta, justo al lado de una barra, paró su coche y le llamó a su socio, Cliff Goldstein, para decirle de este barrio.

“Y yo le dije, Cliff, entrémosle,” dice Drew. “Mi padrastro de 75 años de edad me miró como, ‘¿De qué estás hablando?’”

Desde entonces, GPI ha comprado el espacio de la tienda de mascotas, que pronto se estrenará como un restaurante, especializado en cocina Mediterránea-California. En esa misma calle, GPI compró un lote vacío, donde planean construir una tienda o restaurante. Hasta el momento, ya son dos propiedades en Highland Park, y Drew dice que su compañía está buscando más.

5609-5619 N. Figueroa St

  • For Sale: $3,600,000
  • Current Owner: Howard and Pauline Lee Living Trust
  • Tenants: Ground floor tenants include Highland Swapmall, Amigos Liquor, Highland Wireless. Second floor has 28 SRO units.

5621 N. Figueroa St

  • Most recent sale: $2,925,000 in 2014
  • Current Owner: Accipiter Investments LLC/ Cyrus Etemad
  • Previous Owner: John Teressi, owner of the building and operator of Mr. T’s Highland Park Bowl, sold the building and moved out in 2014.
  • Tenants: Ground floor tenants include Highland Swapmall, Amigos Liquor, Highland Wireless. Second floor has 28 SRO units.

5627 N. Figueroa St

  • Most recent sale: $1,510,000 in 2014
  • Current Owner: Accipiter Investments LLC/ Cyrus Etemad
  • Tenants: Yoona Fashion and Noel’s Hair Salon expects to leave in next few months. Highland Park Discount, The Rock Factory (clothing store) and Hello Kitty Gifts For All Occassions left in 2014. Civil Coffee signed a lease in 2014.

5717 N. Figueroa St

  • For Sale: $3,400,000
  • Current Owner: 5715 5717 N Figueroa LLC/ Dave Walker & Jeffrey Birkmeyer
  • Previous Owner: Frank and Vera Vacek owned the building and operated Frank’s Camera there for more than 40 years. They sold the building and moved out in 2014.
  • Tenants: Currently vacant and under renovation. The new owners envision leasing to a bar, restaurant and perhaps a gym and creative office space.

The Team

Thanks to: Occidental College, Zoe Montano, Evita Chavez, Rafael Cardenas, Daisy Palacios and Ana Dapuetto.